a Gerardo y a Valeria,
las manos
que entrelazan mi verdad
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el segundo equinoccio abrió una huella
y alguien lanzó su grito
cara al cielo
ANUNCIOS
La primera imagen
fue un gallo a contraluz
esponjando cantos
desde la baranda
de su cuna.
Sísifo tantea la piedra
sonríe y se prepara
porque ése será el día.
EL INSTANTE
Dos escalones y el mundo
pregones
adoquines
caballos ambulantes.
Don Serafino
tiene el pelo fino.
Perro de circo
cazador de perdices ilusorias
y de duelos.
Don Serafino
tiene el pelo fino.
Por los ojos de la niña
dulces cuentos risas
cruza el aleph.
Don Serafino
tiene el pelo fino...
PALABRAS VERDES
Alguien hacía sonar campanas
en la hora de las aves errantes.
Sillita verde,
sillita de agua,
panaderos de algodón,
abril de carreteles y hormiguitas,
de lápiz diminuto
tratando de escribir
palabras grandes.
EL ÓLEO DE LA PAZ
Giran en derredor los adoquines,
barridos por suspiros,
fatigados
por suelas infantiles que se gastan
en espera de que el buque
derrame su ciudad
y surja desde ella ese paisano
que acercará al oído de mi padre
jirones de la guerra
y a sus manos,
el primer filtro del óleo de la paz
liberado
en los olivos tutelares.
DO-MI-NÓ
Sol
no
nota
sola
mi bemol
sólo escalas
sólo dudas
do el espectro
hasta beberlo
niña no
sol no
sólo do
sólo dedos
luego Bach
Bach preludio
sostenido
escala grave
nota
rota.
Bach la fuga.
EL CONCIERTO
El rojo de la alfombra
roja
tropieza
en escalones
tiembla sobre el
mármol de los pisos
bajo las luces
revueltas por cristales
entre espejos que
se miran
y al mirarme
erigen una ola
hasta perderme.
A punto de que huya
el escenario
el piano pone teclas en mis dedos
y vuelvo a ser la niña que jamás he sido.
PINTADO DE AZUL
el tapadito era azul en el viento el espejismo de la mano que deshilachó el terciopelo cobijaba el gesto del círculo trepándose en la sangre en la colina en las horas esparcidas por campanas cuando elefantes se llevaron la carcasa de la mano azul y dejaron a las aves migrando sin timón y al viento haraganeando para siempre en el castaño de terciopelo que esparce horas agitadas por el espejismo en hilachas de elefantes vagabundos aunque el tapadito cobije el hueco azul de la mano que se quedó en el gesto
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quien tanto roe el propio laberinto
termina convirtiéndolo
en su cueva
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PIEL DE OSO
A las puertas del jardín
deja sus zapatos,
los ruidos de ciudad,
y arroja la piel de su tormento.
Con lentos pies desnudos
asoma entre la hierba.
Por ratos es magnolia
o es ciruelo,
se riza con las hojas de la salvia,
deviene enredadera,
se esponja en los helechos.
Sin garras en su piel, vive.
Sólo los sábados.
Hasta la hora de la fiera.
FUERA DEL OSO
Para apaciguar la desmesura
hubo que nublarse en los rincones.
Hasta que
la ferocidad se llevó el hacha,
los huesos se royeron a sí mismos,
y las piezas ocuparon las lagunas
ovillando los años del cordero.
FIN DE FIESTA
El último
no quiso fingirle a la muerte
su blasfemia.
Sin pacto
ni silencio
quemó la piel del oso.
Al principio desmigajó señales
y luego
dio vuelta los muros de la cueva.
LA REVELACIÓN
En algún lado
en el útero iba oculto
un germen de tierra prometida
un éxodo de lenguas
un fundirse y renegar.
Después de que el oso hubo partido
alguien se atrevió a abrir la puerta.
La luz iluminó lo inexplicable
y se cumplieron los días y las noches
y aulló la memoria de los nombres
y, al fin, se comprendió el horror.
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el búho rojo de la luna
aún escancia el brillo
con una piedra tambaleando en sus espaldas
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EL LUGAR
Con los ojos enredados entre olivos
abracé las piedras ancestrales
en el lugar preciso de mis sueños.
Mis ojos
anaranjan la colina
cuando el sol parpadea
entre piedras
y olivos enredados
en mi
abrazo con ancestros
que me sueñan
en la cifra
exacta
que preciso
para alcanzar el lugar
donde nacer.
MARIONNETTES
La herrumbre
se desprende como hojaldre.
Le petite marionnette
cantaba mi madre.
Muñecas
arlequines.
Tricche tracche
decía mi padre.
Ojos hojaldrados
se desprenden como herrumbre.
Veo veo
¿qué ves?
Rejas país
clavos país.
Óxido sin horas
de un reloj perdido.
CRÊUZO DA MAN
Aquí mi mano, en la pulpa del castaño,
palpando la piel y las palabras
para colgar del aire el sobrenombre,
la huella sumergida cifrada en las sirenas,
o aferrarme al viento azul, al hueco,
al canto de las nueve naves
y al último golfo de la rama.
Sangrando en los erizos
guardianes de la ofrenda,
pulpa del castaño, aquí mi mano.
SUMA Y RESTA
Los rieles sepultados van y vienen.
En la esquina
la luna trazó los ángulos precisos,
giros sobre giros
envolvieron el tiempo en cada árbol.
La casa sigue igual,
cada veta del mármol fijada en la escalera.
Las llaves de plata van y vienen.
Quieren pactar con el eco de una risa.
Detrás, en la terraza, restallan como siempre,
giros sobre giros,
pasitos de burbuja guardados en la brea.
Lina Caffarello
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